Se sabe desde hace siglos: la histeria colectiva vende periódicos. Y para desencadenar la histeria colectiva, nada más sencillo que incluir a los niños en la ecuación.
Resultado: el "caso Mari Luz", desde el principio, ha sido un plato fuerte para los medios de comunicación; máxime cuando, como se ha visto, se han producido errores que inculpar a la "Justicia", esa cosa enorme e inanimada, sólo superada en el desprecio del imaginario colectivo por la "Administración" y por los "Políticos". Así que, amigos, bienvenidos al Total Demagogia Show.
Y no se ha salvado nadie. El viernes, Público rompió la que, para mí, es la regla número uno del periodismo, la que no es que debería darse el primer día de carrera; es que debería explicarse cuándo un tierno infante plantea ante su profesor de parvulitos que quiere ser periodista: nunca, nunca, NUNCA, never, jamais pongas signos de exclamación en un titular. Y sin embargo, ahí estaba: "¡Pudo evitarse!"
Ya han salido (y si no han salido, ya saldrán) los tarados que proponen soluciones drásticas (resaltemos lo de drásticas) contra los pedófilos. La más graciosa es la del registro nacional de pedófilos, que el Ministerio de Justicia se ha sacado de la manga asín, de repente. Que yo sepa, el tal registro existe: se llaman antecedentes penales; si una persona es condenada por el delito de abusos sexuales a menores, en efecto, tiene una ficha judicial, que puede ser consultada por la policía en caso de denuncia. Las alternativas son temibles: registrar a los acusados de pedofilia (y no a los condenados) es ilegal e injusto; y abrir el registro de condenados a la consulta pública (como se hace en Estados Unidos) es abrir camino a la caza de brujas.
Aparte de los cretinos de la pulsera electrónica (¿cuánto dinero tirado?) y mis héroes, los de la castración química (de ahí al cuchillo oxidado no hay sino un paso).
Pero la tele, los periódicos, exigen al Estado "soluciones". ¿Qué soluciones contentarían a una plebe aterrorizada y sedienta de sangre, por obra y gracia de Está Pasando? ¿Obligamos al Gobierno a tomar medidas precipitadas y, en consecuencia, estúpidas, o sometemos el asunto a un somero análisis para darnos cuenta de lo que realmente necesita la Justicia en España es más medios, y en consecuencia, más dinero?
Si preguntamos hoy, en la calle, la respuesta es la primera. Por supuesto y por desgracia.
Seguiremos informando.
Resultado: el "caso Mari Luz", desde el principio, ha sido un plato fuerte para los medios de comunicación; máxime cuando, como se ha visto, se han producido errores que inculpar a la "Justicia", esa cosa enorme e inanimada, sólo superada en el desprecio del imaginario colectivo por la "Administración" y por los "Políticos". Así que, amigos, bienvenidos al Total Demagogia Show.
Y no se ha salvado nadie. El viernes, Público rompió la que, para mí, es la regla número uno del periodismo, la que no es que debería darse el primer día de carrera; es que debería explicarse cuándo un tierno infante plantea ante su profesor de parvulitos que quiere ser periodista: nunca, nunca, NUNCA, never, jamais pongas signos de exclamación en un titular. Y sin embargo, ahí estaba: "¡Pudo evitarse!"
Ya han salido (y si no han salido, ya saldrán) los tarados que proponen soluciones drásticas (resaltemos lo de drásticas) contra los pedófilos. La más graciosa es la del registro nacional de pedófilos, que el Ministerio de Justicia se ha sacado de la manga asín, de repente. Que yo sepa, el tal registro existe: se llaman antecedentes penales; si una persona es condenada por el delito de abusos sexuales a menores, en efecto, tiene una ficha judicial, que puede ser consultada por la policía en caso de denuncia. Las alternativas son temibles: registrar a los acusados de pedofilia (y no a los condenados) es ilegal e injusto; y abrir el registro de condenados a la consulta pública (como se hace en Estados Unidos) es abrir camino a la caza de brujas.
Aparte de los cretinos de la pulsera electrónica (¿cuánto dinero tirado?) y mis héroes, los de la castración química (de ahí al cuchillo oxidado no hay sino un paso).
Pero la tele, los periódicos, exigen al Estado "soluciones". ¿Qué soluciones contentarían a una plebe aterrorizada y sedienta de sangre, por obra y gracia de Está Pasando? ¿Obligamos al Gobierno a tomar medidas precipitadas y, en consecuencia, estúpidas, o sometemos el asunto a un somero análisis para darnos cuenta de lo que realmente necesita la Justicia en España es más medios, y en consecuencia, más dinero?
Si preguntamos hoy, en la calle, la respuesta es la primera. Por supuesto y por desgracia.
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