Para cualquier hombre en general, y para los hombres sensibles y poco afortunados con las damas en particular (como un servidor), es duro que Rubiano caiga bien de primeras.
Miramos entre el asombro, la indignación y la envidia que un tipo vaya así por la vida, gritando "¡¡viva Stalin!!" por las calles, que se encare con los pijopunkis de la facultad, que sea tan pagado de sí mismo, que se ponga de todo menos de pie, que no haya pillado ladillas del tamaño de langostas, que folle todo lo que folla.
Pero a pesar de todo eso (y quizás por ello) Rubiano es uno de mis mejores amigos. No quedamos todo lo que desearía (el Travian y el holgar con modernas quita un montón de tiempo) pero siempre que quedamos nos indignamos el uno con el otro, nos fijamos en las mismas mujeres (nuestro tipo de mujer es prácticamente idéntico) y acabamos hablando de cualquier sesuda cuestión de política exterior durante largos ratos.
Es por eso que, ante el duro momento que supone para toda persona que haya visto "Alta Fidelidad" que tu ex se haya ido a vivir con un puto Ian, y ante mi completa incapacidad de consolar a nadie en esos aspectos, lo único que puedo hacer es contar una historia que a Rubiano le gustará, sacada del periódico de hoy.
Eres un político socialista danés. Tienes 34 años, estás razonablemente bueno (para los patrones daneses; salvo mi amigo Morten, que sin embargo era muy gracioso, el pueblo danés está dotado para la belleza) y eres una estrella en ascenso dentro del partido.
Un día te vas a una fiesta de las Juventudes del partido, te lo pasas bien y conoces a una encantadora muchacha de quince años, activista de las juventudes, que es muy simpática, te ha visto en fotos y folletos y está coladita por tus huesos.
Y te la follas.
Cierto, cierto, no se conocen todos los detalles. Pero por lo que he leído en la prensa danesa, todo fue muy civilizado y consentido; muy escandinavo. Y qué coño, si así fue, fue todo legal.
Es por eso que nuestro grito es: ¿por qué te rajas ahora, Jeppe Kofod?
Ánimo, compadre.
Seguiremos informando.
Miramos entre el asombro, la indignación y la envidia que un tipo vaya así por la vida, gritando "¡¡viva Stalin!!" por las calles, que se encare con los pijopunkis de la facultad, que sea tan pagado de sí mismo, que se ponga de todo menos de pie, que no haya pillado ladillas del tamaño de langostas, que folle todo lo que folla.
Pero a pesar de todo eso (y quizás por ello) Rubiano es uno de mis mejores amigos. No quedamos todo lo que desearía (el Travian y el holgar con modernas quita un montón de tiempo) pero siempre que quedamos nos indignamos el uno con el otro, nos fijamos en las mismas mujeres (nuestro tipo de mujer es prácticamente idéntico) y acabamos hablando de cualquier sesuda cuestión de política exterior durante largos ratos.
Es por eso que, ante el duro momento que supone para toda persona que haya visto "Alta Fidelidad" que tu ex se haya ido a vivir con un puto Ian, y ante mi completa incapacidad de consolar a nadie en esos aspectos, lo único que puedo hacer es contar una historia que a Rubiano le gustará, sacada del periódico de hoy.
Eres un político socialista danés. Tienes 34 años, estás razonablemente bueno (para los patrones daneses; salvo mi amigo Morten, que sin embargo era muy gracioso, el pueblo danés está dotado para la belleza) y eres una estrella en ascenso dentro del partido.
Un día te vas a una fiesta de las Juventudes del partido, te lo pasas bien y conoces a una encantadora muchacha de quince años, activista de las juventudes, que es muy simpática, te ha visto en fotos y folletos y está coladita por tus huesos.
Y te la follas.
Cierto, cierto, no se conocen todos los detalles. Pero por lo que he leído en la prensa danesa, todo fue muy civilizado y consentido; muy escandinavo. Y qué coño, si así fue, fue todo legal.
Es por eso que nuestro grito es: ¿por qué te rajas ahora, Jeppe Kofod?
Ánimo, compadre.
Seguiremos informando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario