lunes, 3 de marzo de 2008

La dictadura voluntaria

Ach, da, camaradas. A éstas alturas ya queda claro que Vladimir Vladimirovich Putin ha concluido su tarea como Presidente de la Federación Rusa y se prepara para ser el primer ministro de la Federación Rusa, bajo la presidencia de su amigo Dmitri Anatolyevich Medvedev.

Ha habido fraude, naturalmente, pero aun sin él queda bastante claro que los rusos no habrían votado de otra forma. Salvo una minoría, importante, pero minoría al fin y al cabo, los rusos, en éste tiempo y hora, no confían en la democracia como forma de gobierno. ¿Por qué deberían hacerlo? Al fin y al cabo, la democracia les trajo una inflación del 1.000%, gente muriéndose de frío por las calles y un borracho reconocido como Presidente. Pero lo que más les dolió a los rusos fue la pérdida de importancia. La URSS era una superpotencia, un actor fundamental en la geopolítica internacional, el bueno (o el malo, dependiendo) de todas las películas sobre la guerra fría. La Rusia de Yeltsin era un país en la guardería, tratado con conmiseración por países que hasta hacía cero coma temblaban al recibir noticias de Moscú.

Putin es imagen. Siempre lo fue. Como ya dije cuándo murió Yeltsin, representa la imagen idealizada del ruso medio; con su imagen de tipo duro, ha conseguido asustar a Europa y devolverle el miedo al oso del Este.

El proceso sigue.

Seguiremos informando.

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